10 diciembre, 2006

Inspiración

Finalmente entiendo como me funciona éste asunto de la neurona inspirativa.

Mi estúpida obsesión por sentarme y terminar lo que comienzo en la misma sentada, me lleva siempre a querer levantarme de la mesa con una canción nueva y genial. No lo he logrado más de un par de ocasiones. Finalmente, las canciones funcionan, pero por un gran principio y, frecuentemente una línea melódica armónica y bien construida más a base de lógica y método que de impulsos creativos.

Hoy, me senté, abrí un bloc de notas en Windows, tomé la guitarra e improvisé con la única imágen que tenía en la cabeza. Salieron cuatro líneas con todo y su melodía. Buenas líneas, me gustan.

Intenté seguir y no me salieron más que cacofonías y lugares comunes horrendos. Como siempre.

No entiendo porqué, pero hasta ahora entiendo que lo que debo hacer es aprovechar esas cuatro líneas. Aprovechar el efímero impulso creativo que llega y me da para cuatro, seis u ocho líneas y dejar que la imagen avance en su propio tiempo. Cuando lo haga, será tiempo de volver a sentarme con la guitarra en las piernas y el bloc de notas abierto con el cursor parpadeante.

Me emociona pensarlo así. Creo que es probable que la siguiente ocasión que me siente, la imagen en mi cabeza no sea la misma. No he de precuparme, todas volveran en su momento y a su propio capricho. Que así sea. Siempre y cuando vuelvan. Si no lo hacen, supongo que no valía la pena dedicarles el gasto.

Hasta nuevo aviso.