Pues que estoy a dieta.
El Lunes me visitó un médico en mi oficina pa' meterme al redil y bajarme de peso. Después de hacerme un extenso interrogatorio de mis hábitos oficinescos y alimenticios, sacó de su mochilita una maldita báscula que claramente emitió un sonido extraño de fierros venciéndose cuando posé mi humanidad sobre ella.
Después se apeó de una cinta de medir para conocer la extensión de mi cintura y aquel ejercicio por poco se convierte en un tierno abrazo.
No revelaré los datos cualitativos resultado de ambas mediciones por simple y llana vergüenza, pero una cosa es clara: tengo problemas.
Ayer comencé mi dieta. Desayuné café, una toronja y huevos; almorcé melón con yoghurt light, comí pechuga de pollo asada y ensalada verde y cené Special K.
Hoy desayuné quesadillas de tortilla integral y queso panela (que por poco no califican como quesadillas) mi café y mi toronja y en un rato más almorzaré una ensalada caprese.
De comida me esperan un par de bisteces asados y de nuevo Special K por la noche.
No sé a dónde llegue todo esto. Por lo pronto me lleva a dolores de cabeza provocados por la baja cantidad de amados carbohidratos que estoy consumiendo y, eso sí, a sentirme muy de moda porque como puras cosas súper nutritivas y ando todo el día con mi botellita de agua en la mano (me tengo que tomar 4 diarias).
Lo que sí puedo decir es que tengo que bajar por lo menos unos 35 kilitos que suenan a poca cosa. Ya veremos.
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