20 mayo, 2008

Motivo suficiente

Hace creo que un par de semanas que posteo. Quizá porque las ideas de entradas que me venían a la mente no me habían motivado mucho para dejar la comodidad del sillón y las pelis y venir a la máquina a escribir un rato.

Hoy encontré un tema al que creo que le he sacado la vuelta por alguna extraña razón. Quizá porque duele o porque raya en lo lastimero pero hoy esto me hizo levantarme del sillón: mi abuelo.

El 2 de Noviembre de 2006 Don Manuel Salazar murió después de una vida genial. En esa vida se topó conmigo, con un chamaco muy extraño y absolutamente opuesto a él. Yo tuve mis etapas. De niño, como todos, nunca ningún tiempo era suficiente para pasar tiempo con mi abuelo; veía caricaturas, nos hacía "piojito" y siempre tenía chocolates en el cajón de arriba de su buró (el de abajo estaba prohibido porque era donde guardaba la temible pistola).

Después, tuvimos un bonche de años difíciles. Mientras yo intentaba encontrar mi lugar en el rollo este de vivir, él más bien creía que mi lugar era claro y que estaba yo ciego por no verlo y abrazarlo como el lo hizo en su tiempo. Esos años fueron difíciles en nuestra relación por decir lo menos. En realidad evitaba pasar tiempo con él siempre que se podía.

Después, cuando más o menos empecé a ocupar mi lugar, comenzó a tratarme como adulto, o sea, a contradecir absolutamente todo lo que yo pudiese decir. Inclusive tratándose de cosas que yo pudiera hacer a diario. Aunque frustrante, eso era de alguna forma un reconocimiento de mis pasos por el tiempo.

El 28 de Noviembre de 2002, mi abuela murió. Ese día fué la primera vez que vi a mi abuelo quebrarse, llorar. Creo que ese fué el día en que mi abuelo se convirtió en un ser humano en mi cabeza y fué justo en ese instante que lo entendí por completo. Su papel en la vida había sido siempre el de cuidar a una familia que construyó con su esfuerzo. Jamás lo veríamos llorar, jamás lo veríamos dudar, jamás lo veríamos en el limbo de la ignorancia. El sería como un faro para toda la familia y así fué toda su vida. Cuando nuestros caminos se tornaban nebulosos, de alguna forma nos derramaba luz. No nos llevaría de un lugar a otro pero nos haría saber por dónde caminar.

Un par de años después de aquello, comenzó a tener problemas cardíacos que eventualmente redundaron en su muerte. Hoy no es su aniversario luctuoso, ni su cumpleaños ni ninguna fecha relativa a su vida pero hoy su recuerdo me levantó del sillón y me sentó aquí a escribir.

Supongo que lo único que intento es dejar constancia del recuerdo que tengo de él. Finalmente, parte de lo que yo soy, es de él y finalmente y a pesar de los desencuentros, es un hombre que se ha convertido en un ejemplo, en un faro que busco para que me guíe en esos ratos de duda que abundan.

Así que aquí tengo una copita de vino y me echo algunos tragos en su salud.

Disculpen la cursilería. Prometo no repetirla muy seguido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola: Mi nombre es Javier Bolaños y soy Diputado Federal del Congreso de la Unión, he visto que tienes algun contacto con otros compañeros diputados y me gustaría que visitaras mi espacio.
mi link es:
www.blogsentrelagente.com.mx/javier_bolaños_a
Espero me visites pronto y me des tus puntos de vista, críticas o lo que quieras. estoy a tus órdenes.
gracias.

Anónimo dijo...

Estimado Master de las Comunicaciones:
Agradezco tu comentario en mi blog. Tu post refleja un sentimiento que nos es común a muchas personas, pero del que solamente reflexionamos en los momentos que estamos más sensibles. Si cada quien es uno y su circunstancia, la huella que dejaron en cada uno, nuestros ancestros, es una parte importantísima de esa circunstancia. El sello peculiar de cada familia, nuestra cultura familiar particular, es la herencia por la que nadie tiene que pelear. Goza tus recuerdos. René Lezama.
www.blogsentrelagente.com.mx/rene_lezama_a