15 agosto, 2008

¡YA BASTA! ¿De quién es la culpa?

Mañana me voy de viaje y eso me tiene contento. Lo que no me tiene contento es el lodazal en el que nos andamos revolcando en México.

En el mundo de la política, la desgracia de un mexicano o de varios presenta un dilema sin solución. Después de que conocimos de la muerte del joven Martí se ha desatado una discusión nacional sobre el asunto de la seguridad en México. Es un debate que requiere varias planas de tinta, muchos minutos de radio y televisión y muchos, muchos discursos.

Para el político gobernante o representante el dilema no es fácil. Si salgo a hablar sobre el caso, si hago una convocatoria, si hago una propuesta o anuncio acciones, entonces los medios de comunicación dirán que estoy lucrando mediáticamente con la desgracia del país y si, por sensibilidad y prudencia, no hablo tanto y me dedico mejor a implementar las soluciones dirán que qué poca sensibilidad, qué poca atención, qué poco le importa.

Se entiende la desconfianza. Finalmente los gobiernos en nuestro país tienen una laaarga lista de discursos vacíos y promesas incumplidas. Ese es el verdadero problema de fondo.

Creo que la mayoría no se siente muy aliviado por el llamado a la unidad que hizo el presidente Calderón ni por los discursos retadores de Marcelo Ebrard y la marcha -que seguro será hermosa y emotiva- no plantea en sí misma una solución aunque sí una demanda que no se puede ignorar (pero que no es nueva). En todo caso, los líderes de la marcha también podrían ser acusados de lucrar con la desgracia toda vez que, después de su última marcha cayeron en el olvido y encontraron aquí una magnífica oportunidad para resurgir y ser famosos de nuevo.

Nuestro país está lleno de desconfianza y esa es la que nos está matando. Justo ayer leía a Alejandro Martí decir como se arrepentía de no haber acudido a la policía desde un principio porque, cuando los contactó, resultaron ser absolutamente profesionales y con un trato impecable. Como en todo, en la policía hay buenos y hay malos.

Ayer discutía con un compañero el asunto de la voluntad política. Con voluntad política suficiente se puede solucionar cualquier problema en el país y creo que hoy, que tenemos el agua hasta el cuello, existe la necesaria para entrarle a la inseguridad. El problema es que tengo la maldita sospecha de que la sociedad mexicana no tiene la suya. Somos conchudos y creemos que el gobierno tiene que hacer todo solito. Creemos que el problema de la inseguridad se resolverá con cañonazos de dinero y corriendo un chingo de policías. Aunque eso deberá hacerse, de nada servirá si cuando nos asaltan nos vamos corriendo y lo dejamos en anécdota o cuando entran a robar a la casa, hacemos el recuento de los daños y nunca denunciamos. De nada servirá ninguna acción del gobierno si cuando nos pasamos un alto le seguimos ofreciendo al tránsito una lana "pa los chescos".

De verdad, se pueden renovar las estructuras, aumentar los niveles de los policías, correr a los corruptos y contratar angelitos pero la seguridad pública emana principalmente de nuestros valores como sociedad y hoy esos valores los tenemos al revés.

Si vamos a marchar, si vamos a gritar, si vamos a exigir, entonces estemos dispuestos a trabajar con las autoridades, a modificar nuestros valores, a educarnos unos a otros. ¿Cuantos rescates de secuestros se pagan a diario sin que la policía ni nadie mas se entere? Sin nadie se entera entonces es un muy buen negocio. Y si nadie se entera no es culpa del gobierno, es culpa de nosotros, de nuestra maldita desconfianza, de nuestra corrupción pasiva.

Yo también digo YA BASTA. Que el gobierno haga su parte porque ha fracasado, pero también YA BASTA de nosotros mismos que somos los primeros fracasados.