05 noviembre, 2005

El más grande ejemplo del viejo. (Refrito del 7 de Julio)

En el relajamiento posterior a la crisis de mi abuelo, aquí un homenaje a esos días y sus protagonista.
Primero que nada, una disculpa a quienes se quedaron esperando La Guerra de las Salas. Algo extraño sucedió porque me inspiré tooda una mañana en la cafetería del Hospital, envié el texto y solo se publicó el título. La verdad es que he intentado reescribirlo, pero ya no es lo mismo. La Guerra de las Salas terminó y tengo mas alma de reportero que de historiador así que no sé si algún día la pueda reseñar.

Por lo pronto, las buenas noticias: Mi güelo ya está mucho mejor. Después del mayúsculo susto que nos pegamos, hoy está en su cuarto de hospital desayunando machacado con huevo y echándose su flan como colación. En los tiempos de aburrimiento, pide que lo saquen a dar una vuelta al pasillo o toma el control remoto de la televisión y nos martiriza con alguna película vieja que encuentra perdida por ahí.

Aún está debil por la traumatizante operación y los días de inactividad total. Va saliendo de ese mundo irreal que su cerebro tuvo a bien crearle para escaparse mientras lo mantuvieron sedado y dormido.

He regresado a Hermosillo con la enseñanza más grande que me pudo haber dado el Inge. La fuerza que demostró para salir de este episodio es inconmensurable. A sus 86 años, decidió echar a andar su cuerpo otra vez y arrancarse los aparatos cuando todo se veía incierto. Así nada más. En su trance medicado, escuchó la voz de sus hijas, nietas y nieto recordándole que todavía estamos esperándolo para desyunar molletes en Sanborn's o comer un buen cabrito. Con eso, y su increíble determinación, sorprendió a su equipo médico que emocionado comenzó a darle alimento por una sonda como dándole empujoncitos para terminar de animarlo a salir.

De manera exponencial, sus pulmones comenzaron a tomar control y miraban sobre el hombro al aparatejo que se creía muy importante porque con un poco de corriente echa aire. Finalmente, el armatoste se convirtió en el respirador más débil... Adios!.

Su corazón, hizo lo propio y siguió el ejemplo de sus sistema respiratorio. Comenzó a desplazar al balón aquel que bombeaba en su lugar y terminó por tomar de nuevo el control. Regresó por sus bártulos y regresó todo a la normalidad.

Finalmente, lo tuvimos en cuidados intermedios donde su cerebro le seguía jugando malas pasadas y lo situaba en un mundo irreal. No puedo negar la preocupación que esto me provocaba. Su edad es siempre un factor a tomar en cuenta.

Un día, tomamos la iniciativa. En lugar de "seguirle el rollo" con sus afirmaciones, lo comenzamos a situar en la realidad. En sus delirios escapatorios, aseguró estar en algún lugar frente a su casa. Le contestamos en contrario y le comenzamos a decir todo lo que había pasado y el lugar en que se encontraba.

Una cara de sorpresa e ignorancia que nunca había visto en el viejo que desde que yo soy niño, lo sabe todo, nos dijo que estaba ávido de información. Mi tía y yo, felices, se la dimos con detalle y como magia, inmediatamente volvió a la realidad.

A partir de ese momento, comenzó a dar órdenes como siempre. "Hay que pagarle a este y a aquel. Que me traigan otro sillón, quiero café" ¿Cómo decirle que no?.

No puedo terminar de explicar como se me escondía el corazón al verlo vulnerable y haciendo todo el esfuerzo por moverse un poco más y regresar a su vida normal. Lo único que viene a mi mente en esos momentos es la fortuna que tengo de contar con el ejemplo que tengo en él. Con sus manos aún temblorosas y débiles, decidió tomar el vaso de agua y tomarla el mismo, tomar el control remoto de la televisión y cambiarle a placer, tomar los cubiertos y llevarse la comida a la boca él mismo. Nadie tiene porque controlar su vida y el no tiene porque depender de nadie para lo más básico.

Antier nos lo subieron a un cuarto regular. Ahí, quiso que le leyera el periódico y se decepcionó al saber que el PRI ganó en el estado de México y con su voz todavía muy débil, llamó sinvergüenza al abogado que tramita amparos a favor de quienes son detenidos conduciendo bajo la influencia del alcohol en San Pedro, Garza García.

Me hizo llevarlo a dar un paseo por los pasillo del hospital montado en su sillón reclinable y no pude ser más feliz cuando exigió a la enfermera en turno una andadora para comenzar a caminar de nuevo.

En fin, hoy más que nunca, veo a mi abuelo allá arriba donde están los grandes hombres del mundo. Lo veo como el reto que tengo en mi vida. Si llego a ser la mitad de lo que él ha sido, habré llegado mucho más alto que la mayoría.

Fuerza, disciplina y un infinito amor por su familia son lo que lo lleva a pedir tiernamente que le lleven a su nueva bisnieta para conocerla. Ese mismo amor que lo lleva a ordenarme "ya vente a Monterrey hombre! no tienes nada que andar haciendo tan lejos. Tenemos que estar todos juntos!".

Ya regresé a Hermosillo y el camino entero fué un resumen de los muchos momentos de miedo y caos que viví pero que se hicieron minúsculos con las innumerables sonrisas que mi viejo provocó desde los primeros minutos de su nueva conciencia.

Tengo la confianza de que nos va a durar un rato mas todavía. Ese par de "bypasses" que le instalaron no resultaron nada baratos así que sé que por lo menos se quedará el tiempo suficiente para desquitarlos.

Sé que eventualmente, más pronto que tarde, Dios lo va a llamar a casa. Entiendo a Dios... le ha de hacer mucha falta alguien como Meme. Cuando así sea, seguramente vamos a llorar su partida, pero vamos a celebrar la vida del hombre más grande y amoroso que hemos conocido.

Que sirva esto como mi pequeño homenaje al homenaje que él le ha montado a la vida.

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Por cierto... no hubiese sobrevivido este episodio sin la luz de los faroleros que acudieron al llamado. Gracias a todos quienes de alguna manera hicieron sentir su luz y su fé sobre nosotros.

Hubo de todo... amigos nuevos y viejos con inteligentes formas de hacer reír y distraer que rezaron, visitaron, hablaron, escribieron y se preocuparon; donadores de sangre que no dudaron ni un momento en dejarse vaciar por las mujeres hambrientas de hemoglobina; familia presta a ayudar y sacrificarse y, especialmente, una sonrisa que confortó mi alma. Todos, son mi fuerza.

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