20 febrero, 2006

Carta a un tipo afortunado.

Amigo, no te conozco pero no puedo dejar de hablarte. No puedo resistir este impulso que me hace envidiar hasta el último resabio de lo que eres y de tu existencia.

No lo sabes, pero ella te escogió a tí. Pudo haberme agraciado, pero tus manipulaciones y tus hábiles formas de dejarla sin opciones te dieron resultado.

Apenas ésta mañana me lo dijo. No puede, no quiere, le aterra terminar lo que queda entre ustedes y prefiere esperar a que el tiempo y las sobras acaben con todo. Es tu destino, si no haces nada por cambiarlo.

Hace apenas unos días ella era el reflejo de la felicidad. Estaba ilusionada, esperanzada, emocionada con la idea de construir una vida conmigo y, por fin, lejos de tí, de la fuente de toda su tristeza. Pero tenías que ejercer tu poder, tu juego sucio y amarrarla a tí.

No te conozco y sin embargo te detesto. Eres la fuente de toda mi tristeza, de todo mi enojo y mi rabia. Aún así, daría lo que fuera por lo menos por ser tú. Daría lo que fuera por tener lo que tienes y cuidarlo de verdad, no como tu.

Puta!, quisiera tenerte aquí y poder decirte esto frente a frente. Decirte lo afortunado que eres y lo desgraciado y miserable que me ha hecho sentir tu pretendida felicidad. Te envidio con todas mis fuerzas, te odio con toda mi alma. Tienes lo único que me puede hacer feliz y tienes a tu lado a quien no quiere estar contigo. Lo sabes y no te importa, la amarras, la presionas, la ahogas y la comprometes.

No todo es culpa tuya. Sus miedos no la dejan y eso te hace afortunado. Sólo eso.

No tienes idea de como la quiero. Más de lo que nunca he querido.

Si te has de quedar a su lado, déjame entonces brindarte algunos consejos. Te los comparto, porque quiero la felicidad de ella, no la tuya.

- Le fascinan los chocolates y las flores. Si te disciplinas, puedes enviarle estos tal vez cada quince días. La hacen sonreír como nunca la has visto. Inténtalo.

- Sorpréndela. Si vas de compras, acuérdate de ella. Cómprale cualquier cosa, cualquier detalle.

- Acariciala. Le encantan las caricias. Acariciala como si estuviera a punto de irse de tu lado, acaricia su cara, sus mejillas, sus ojos, sus- orejas. Pega tu frente a la de ella y vela a los ojos mientras lo haces. Después de las caricias, dile cuanto la quieres y dale el beso más tierno que le has dado nunca. Hazlo seguido, te lo va a agradecer con el doble.

- Escápate con ella. No le gustan los planes demasiado estructurados. Escápate con ella y dale todo lo que no le das en la cotidianeidad. Sé travieso, sorpréndela y hazla emocionarse como nunca.

- No seas ordinario. Nunca lo seas. Ella es una mujer maravillosa, fuera de serie y lo peor que pue tener a su lado es a alguien ordinario, común y corriente, sin iniciativas ni ideas.

- Finalmente, si realmente quieres su felicidad, déjala. Toma la decisión y comunícasela. Dile que no puedes estar con ella, que no eres el hombre que necesita. Dile cómo te has dado cuenta de lo triste que está cuando está contigo y que esa relación no tiene futuro. Va a sufrir, va a llorar, pero no flaquees, déjala ahí que pronto se le pasará. De verdad te lo digo, ella quiere estar en otro lado, con alguien más. Deja que persiga sus deseos. Así va a ser realmente feliz.

Insisto, no te conozco y tal vez soy un entrometido, pero a final de cuentas, tu sabes que su relación ya no funciona. Estás lastimando tu dignidad y tu valor como ser humano. Busca mejor a ese alguien que sí quiera estar contigo bajo tus condiciones y tus límites. Es tu decisión.

Al final de cuentas, esto es un ruego a tí. Tienes en tus manos mi corazón, mi alma y mi futuro. Te ruego que me dejes vivirlo, que me dejes amarlo. A tí te envidio y te ruego: Déjame darle lo que tu tanto repites no puedes darle. ¿No quieres tambien su felicidad?.

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